Pero nunca, sin saber bien por qué, dejarán de mirar hacia arriba esos ojos, pues quedaron cosidos en la frente. Al final decidió esa disposición. En su anterior obra, un señor en ese caso, los cosió en el lugar de las orejas y éstas, una en la boca y la otra en un pie, que fue a hacer de flequillo.
¡Cuánto deseó de pequeño ese juguete que nunca tuvo!
En el Instituto Forense seguían las investigaciones para encontrar al macabro perturbado. Era mejor que no lo descubrieran, porque si se quedaba sin empleo le faltaría la materia prima y entonces…
- Presentat a IX Edición de Relatos en cadena amb la frase inicial donada: “Pero nunca, sin saber bien por qué, dejarán de mirar hacia arriba”.