PETITES HISTÒRIES


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Sincerándome

Yo salí de un cuento y, la verdad, no pienso volver a él. Para empezar encontramos un elemento conocido: la madrastra, que si has de sufrirlo en tus carnes es peor que cincuenta lunes seguidos. Luego las hermanastras, siempre más feas que loros y además inaguantables con sus tonterías. Seguimos con una fiesta y su príncipe, cómo no, pero… ¿alguien ha hablado de las copas? ¿tocaba algún grupo guay? Pues no, una fiesta sosa con una orquesta para bailar valses. ¿A quién le interesa hoy en día? Sin embargo no me quedó más remedio que asistir, me sabía tan mal por mi hada madrina… Vino de muy lejos con toda su buena intención. ¿Cómo iba a decirle que se volviera a casa con la calabaza-carroza, los ratones-caballos y un montón de accesorios? Seguro que le costaron muchos ensayos con la varita mágica. Y lo útimo que me esperaba era que el príncipe ordenara buscar a la propietaria del zapato de cristal cuando huí a un after harta de tanto dulce. ¡A mí, que soy republicana!