PERFECTO
Me queda un regusto amargo en la boca cada vez que pronuncian su nombre. Y ahora comentan que no aparece. ¡Así se pudra en el infierno! Me felicitaron al trasladarme a su equipo. “Es el jefe perfecto”, decían. Perfecto cabrón, digo yo. Sus manos siempre en mi cintura, en mi cadera, en mi culo. Con disimulo, eso sí. No me atreví a contarlo. ¿De qué serviría? Yo acababa de llegar y él era un jefe venerado. Dirían que soy demasiado quisquillosa. Pero lo del otro día ya excedía cualquier límite… No lo encuentran, dicen. Si con los nervios no he dejado pistas, espero que nunca lo hagan.
DUBITATIVA
Me queda un regusto amargo en la boca al pensar que me pueden llamar el lunes. Me aterra salir por antena, que mi voz suene por la radio. Tengo pánico a quedarme en blanco en la votación a otro relato. Y además no estoy leyendo ningún libro. ¿Dónde está el botón de cancelar el envío? Este no es, ¿verdad?
- Presentats a XII Edición de Relatos en cadena amb la frase inicial donada: “Me queda un regusto amargo en la boca” (6/5/2019).