PETITES HISTÒRIES


Deixa un comentari

Noche de excesos

Yo soy una persona muy seria y respetable. Son rasgos que me caracterizan, tanto en mi trabajo en la multinacional que dirijo como en mi vida personal. Rara vez se me observa un comportamiento que pueda recibir otros calificativos. Aunque siempre hay una excepción.

Era uno de esos días con cenas navideñas de empresa que llenan los restaurantes de grupos heterogéneos. Y, ya se sabe, la gente bebe más de lo habitual y aprovecha para soltarse, especialmente en el bar de copas posterior a la comilona. Así que de repente me vi junto a una mujer morena, con unos rizos preciosos, que me gritaba: “¡Que baile el jefe, que baile el jefe!”. Se le unieron una muchacha rubia con una falda más que corta y un joven con la corbata en la cabeza a modo de diadema de tenis. A pesar de mi timidez, ante la arenga continuada al final me dejé llevar y me animé a bailar. Al acabar la canción, me abrazó la chica rubia, me besó la morena y el de la corbata me pidió un aumento de sueldo, a lo que no tuve otra que responder: “Lo siento chicos, pero ni soy vuestro jefe ni trabajo en vuestra empresa”.