No puede más. Natalia, cabizbaja, se pasa la mano por la frente. Lo hace medio escondida, al final del pasillo. Esta llamada ha sido muy difícil. La voz del otro lado del teléfono no lo podía encajar, y menos con la información de ayer.
-«Pero…, nos dijeron que su estado había mejorado dentro de la gravedad…»
-«A veces ocurre, se observa una leve mejoría, aunque después la evolución no siempre sigue esa línea y empeora.»
Sollozos como respuesta.
Van cinco diálogos parecidos en este inicio de semana. Ahora que los familiares no pueden acompañar a los enfermos, todo es más complicado. De explicar, de comprender, de asumir.
Natalia llega del trabajo. Se ha cambiado antes de dejar el hospital, pero se vuelve a quitar la ropa y se ducha, enjabonándose a conciencia. Entonces es cuando pasa a saludar a su madre, que ya se encuentra en la cama. «¿Qué tal has estado hoy?» le pregunta, y le da un beso. Y así un día tras otro. Esperando que las precauciones que toma sean suficientes para no llevar el virus a casa. Esperando que mañana haya menos bajas en su planta. Esperando tener que hacer menos llamadas disimulando su voz rota.
- Presentat a Esta noche te cuento (condició: relat inspirat en La nostalgia y la tristeza).