Al llegar a casa, la encuentro muchas veces en su mecedora mirando fotografías de antaño. Con los colores ya amarillentos, no las tiene en un álbum porque le gusta pasarlas una tras otra en sus manos.
Siempre me hace algún comentario: «¿Ves la cara de pilla que tienes ahí con la mancha de chocolate junto al labio?», «¡Qué guapo estaba tu padre con el uniforme de chófer!», «Esas fiestas del pueblo eran un acontecimiento, llenas de gente»…
En realidad, hace tiempo que no las ve. Pero retiene en su memoria hasta el mínimo detalle de todas ellas de tanto mirarlas. Cuando una neblina empezó a colarse en sus ojos, mi Pablito pegó un trocito de cartulina de distinta forma detrás de cada una de las fotos. Así sabe cuál tiene delante.
Otra vez se ha quedado dormida con su preferida en el regazo. La que nos sacó el fotógrafo de la capital poco antes de enviudar. La que lleva en el dorso un corazón muy grande.
- Presentat a la Esta noche te cuento (condició: relat inspirat en el tema “la fotografía”).