Le obligaron a sentarse en el sofá, junto a sus zapatos rojos que no dejaban de dar brincos. El encargo que recibía era claro. Tenía que entrenarlos hasta conseguir que le hicieran caso y caminaran por donde ella les pidiera. Los haría andar, incombustibles, por los campos llenos de minas. Ningún pie o brazo más. Ninguna vida más.
- Presentat a XIII Edición de Relatos en cadena amb la frase inicial donada: “Le obligaron a sentarse en el sofá, junto a sus zapatos” (13/01/2020).