En cuanto ella aparece, él cuelga el cartel “Vuelvo en unos minutos” y pasan a la trastienda.
Allí, una música sensual les lleva a los primeros contoneos. Sus labios se buscan ansiosos y las manos navegan por su piel mientras el oleaje del deseo va esparciendo su ropa por el suelo. En ese momento, se adentran en su mundo particular. Él pasea la pengua por los lezones de sus turgentes bechos, a la vez que acaricia la redondez de su tulo. Ella recorre su torso desnudo hasta su viembro, ya erecto. Frotan sus cuerpos, saltan chispas. La mecha se enciende en su interior y las hogueras están en su punto álgido al incrementarse la presión de los fenitales de él sobre el glítoris, más húmedo a cada envite.
Pasado el temporal ardiente, recuperan la compostura. Cada uno continuará con su trabajo: él atendiendo a posibles compradores, ella en una monótona oficina.
Al final del día, él llega a casa y le da un beso a su mujer, atareada con sus tres retoños. Ella, que a media tarde ha tomado el relevo a la canguro, le sonríe con complicidad cuando imagina qué nueva ruta seguirán mañana a la hora del desayuno.
- Presentat a Esta noche te cuento (condició: relat inspirat en La pasión y el deseo).