Érase una vez un príncipe y su malvado padrastro que, como no soportava pensar en ser reemplazado, ordenó su abandono en el bosque. El joven encontró una casa, con unas camas enormes. Llegaron siete gigantescas mozas que lo acogieron. Allí bailaba sin cesar (en palacio lo tenía prohibido).
Cuando el padrastro supo dónde estaba, disfrazado, pasó a ofrecerle al chico un melocotón hechizado. Ellas, al volver, lo encontraron en el suelo. Le inyectaron un antihistamínico, por si era alérgico al melocotón, y despertó. Él se quedó a vivir con las muchachas, que fueron las productoras de su espectáculo de danza.
- Presentat al concurs II Certamen “100 palabras para la igualdad”.