En casa cada año ponemos un árbol de Navidad enorme, decorado con multitud de bolas, guirnaldas y figuritas. Ocupa el hueco de la escalera y la estrella que lo corona queda a la altura del desván, en lo que sería el tercer piso.
Al desmontarlo este mes de enero, quitando los adornos y plegando sus ramas, fue cuando apareció Pablito. Lo habíamos perdido de vista el mismo día 25, tras abrir los regalos dispuestos a los pies del abeto. Nos dijo que como Papá Noel no le había traído lo que le pidió, empezó a encaramarse por el árbol con la idea de encontrar el pasadizo secreto a su hogar en el Polo Norte, según nos habían contado nuestros padres. Mamá, muy enfadada, contestó que se dejara de tonterías y le explicó que, en realidad, ella era Papá Noel. Entonces Pablito exclamó:
–¡De haberlo sabido antes…! Desplegad otra vez las ramas. Me vuelvo con los elfos que preparan los paquetes a decirles cuatro frescas. Y, mamá, para la próxima Navidad te recomiendo que hables con tus empleados porque no todos son de fiar.
- Presentat al X Concurso de microrrelatos ELACT “Lola Fernández Moreno” , incloent la frase “de haberlo sabido antes”.