Fueron unos meses difíciles los que pasamos aquel invierno hasta que mi hermano y yo iniciamos la huída hacia los bosques. Al oscurecer buscábamos un escondite, pero los más mayores nos empujaban y pateaban hasta echarnos a la calle. Ese hueco lo querían para ellos. Decían que nosotros, más pequeños, cabíamos en cualquier rincón. Que además éramos rubios, ideal para sembrar la duda, y con un brazalete encogido que podíamos disimular en los pliegues de la manga. Los que quedábamos sin padres dando tumbos por la ciudad aprendíamos rápido que tras el toque de queda no había consideraciones para nadie.
- Presentat al concurs Wonderland – L’art d’escriure 2018-19 (relat d’exactament 100 paraules).