Ella todavía no tiene miedo porque no ha visto al hombre que, oculto en las sombras de un portal en esa calle desierta, espera a que se acerque una mujer. Cualquiera le vale. Los rayos de luz van menguando entre los edificios. Ella, a quince pasos, pone las gafas de sol en su funda del bolso. Él observa que lleva falda, mejor así. Ella, a diez pasos, saca el móvil y sonríe por el mensaje que acaba de recibir. Él admira su largo cuello y saliva imaginando cómo lo recorrerá con la lengua. Ella, a cinco pasos, guarda el teléfono en el bolsillo de la chaqueta. Él lanza una mirada furtiva a sus pechos voluminosos y nota que algo crece dentro del pantalón. Ha planeado al detalle los movimientos, lo ha hecho otras veces. El encuentro es inminente. Ya ha empapado el pañuelo de cloroformo para, en cuanto llegue a su altura, dormirla mientras la arrastra bajo las escaleras. En ese último paso es cuando ella lo ve y, entonces, durante una pequeña fracción de segundo, siente un miedo cerval.
- Presentat a Esta noche te cuento (condició: relat inspirat en el miedo y la ansiedad).